La ciencia ha demostrado que el
cerebro humano es plástico. El cerebro humano se adapta a la actividad
que la persona realiza y puede cambiar su estructura de forma visible.
El cerebro se va esculpiendo a lo largo de la vida con lo que la persona
siente, piensa y hace. Y esta plasticidad del cerebro es especialmente
importante en los primeros años de vida.
Uno de los grandes estímulos de realizar
un trabajo de doctorado es poder analizar estudios realizados en
diversas ramas científicas. Aportan resultados que pueden resultar
sorprendentes, como el que expongo: en educación las emociones sí
importan.
El cariño puede acelerar el crecimiento
del cerebro. El afecto hacia los niños puede determinar de manera muy
significativa su desarrollo. Y si la actitud afectiva influye en la
formación del cerebro, es un aspecto que la educación debe tener en
cuenta.
Resulta más importante el modo de educar
en los primeros años de vida que en etapas posteriores. Los primeros
años de vida de los niños van a ser decisivos para determinar su futuro.
La educación que reciban en este período va a ser vital. Y debemos
recordar que la educación la reciben a través de una doble vía: la
educación formal en la escuela y la educación no formal en su entorno
directo, básicamente la familia.
Desde la neurociencia y desde la
economía de la educación, me permito destacar dos aspectos de la
educación no formal que resultan determinantes en el desarrollo de una
persona.
El cariño influye en el desarrollo del hipocampo
La neurociencia nos ha mostrado que el
cerebro es un órgano plástico y moldeable. La interacción de los adultos
con los niños y el cariño que se les dedica es determinante
en el desarrollo de su cerebro.
El profesor de neurobiología de
la Universidad McGill Michael Meaney demostró, con sus investigaciones,
cómo influye el cuidado de las madres en el cerebro de sus crías. El
experimentó se realizó con ratas. Las madres ratas que lamían más a sus
crías provocaban cambios en ellas que se traducían en la generación de
más neuronas y en un mayor desarrollo de la parte del cerebro que regula
la memoria o el aprendizaje (hipocampo).
Lo mismo se demostró unos años más tarde
con humanos en un estudio llevado a cabo en por la Dra. Joan Luby en la
Universidad de Washington, demostrando la influencia que tiene el
cariño en el desarrollo del cerebro humano.
Es la denominada plasticidad cerebral y pone de manifiesto la capacidad del cerebro de cambiar según la experiencia vivida.
El cariño puede acelerar el crecimiento
del cerebro. Por ello, más allá de contenidos académicos tradicionales,
de enseñar a leer, de enseñar a sumar y restar… las investigaciones nos
muestran que el afecto es un instrumento enormemente poderoso en el
desarrollo cerebral y cognitivo de los niños.
La familia influye en el desarrollo del lenguaje
Otra prueba de cómo afecta el entorno
del niño en su educación nos la ofrecen los estudios de James Heckman,
premio Nobel de Economía del año 2000, sobre la calidad del ambiente
educativo familiar.
Entre sus múltiples trabajos,
encontramos un estudio sobre la influencia de la calidad educativa en la
familia. Heckman ha proclamado siempre que la primera causa de
desigualdad entre las personas la constituye el “accidente del
nacimiento”. Nacer en una determinada familia condiciona enormemente el
futuro de un niño. Y dentro de sus investigaciones, ha demostrado que un
niño que crece en una familia con padres con formación universitaria
escucha de media 2.153 palabras por hora. Un niño con unos padres con la
formación obligatoria escucha un promedio de 616 palabras por hora.
El impacto del tiempo pasado con los
niños, así como el lenguaje que escuchan van a incidir como factor que
facilitará en mayor o menor medida su formación. La habilidad en
la comunicación y el modo de desarrollar el lenguaje del niño está
enormemente influida por su entorno. Y aunque en el aula todos los niños
escuchan lo mismo, fuera del aula las diferencias son significativas.
Son tan solo dos ejemplos de cómo la
educación va más allá de los contenidos académicos –a los cuales no
niego su razón de ser-. Sabemos, como sociedad, que existen otros
aspectos que pueden llegar a ser muy determinantes en el futuro de los
niños. El hecho de que el cerebro sea plástico tiene implicaciones
educativas. Las emociones son reacciones que contribuyen al desarrollo
de la persona.
Por ello… las emociones importan
La Fundación Botín desarrolló, en 2008,
un análisis internacional muy completo sobre educación emocional. Sus
conclusiones fueron claras: la educación emocional afecta al desarrollo
de los alumnos, ya que incentiva su motivación, predispone a actitudes
más positivas, mejoran sus relaciones y obtienen mejores resultados
académicos.
Para conseguir que un niño crezca, en
toda la dimensión de la palabra, no basta con la adquisición de
conocimientos. Generar un clima emocional positivo también va a influir
en su desarrollo. Porque no hablamos de utopías, hablamos de aspectos
físicos cuantificables en nuestro cerebro. Si la educación debe ser un
proceso de aprendizaje para la vida, las emociones sí importan.
Fuente: http://ined21.com/p7322/
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