Ya si eso te aconsejo que no te entretengas en mirarla, ni en intentar adivinar que coño piensa porque es un cubo de Rubbick elevado al cubo. Es un misterio de los que enganchan, de esos tipo Mario Bros en los que atravesarías más de un mundo absurdo solo por intentar darle un beso. Tiene cara de otoño y una sonrisa de verano, esa que cuando le sale, no sabrías adivinar el color de sus ojos porque te fijas más en la forma de su boca. No pierde las formas nunca, aunque a veces sueñes que las pierde. Sabe lo que quiere o por lo menos eso proyecta, sabe estar y saber ser, pero no sabe parecer, y eso en los días que pasan vale más que cualquier trato, apuesta o contrato. La he visto andar, con esos andares de péndulo hipnótico que no te cansas de mirar, y que hasta el suelo le agradece las huellas que deja. Sabe que la vida puede ser un camino de rosas, aunque tenga que tener cincuenta ojos al coger alguna porque al final se va a pinchar; pero no pasa nada, se chupa la sangre del dedo y sigue sonriendo. Sabe algo del dolor, pero lo mezcla con miel, esa que desprende cuando te saluda y se te queda cara de idiota. Es de las que mira al cielo, que no es lo mismo que mirar hacia arriba, porque tiene la certeza y la tranquilidad, que desde arriba tienen un trato con ella, igual que lo tengo yo. Alguna vez le recuerdas que te quiera, y te dice que sí, que ya lo hace, y aunque te lo diga por wathsApp uno se lo cree porque por lo menos querría pensar que es verdad. Basta un paseo en una moto verde después de una noche al conocerla, y tirarte hablando con ella una hora y media debajo de su casa, echando un cigarro, sólo para darte cuenta, de que si está contigo mirándote de frente y por derecho, se te olvida fumarte el cigarro y el frío del amanecer, y te encanta que te queme, simplemente, porque ella es puro fuego...
Francisco Bonilla Lozano.
HERMOSOOOOO
ResponderEliminar