A veces es necesario perderse, para poder encontrarse. Dice la sabiduría
popular que nunca llegamos a conocer el valor real de algo o de
alguien, hasta que se esfuma de nuestra vida. Hasta que lo perdemos por
méritos propios. Hasta que hace la maleta y desaparece, dejando o no
rastro para intentar seguirlo. Ilusos. Y es precisamente por eso por lo
que lo perdemos: por no haberlo sabido valorar a tiempo.
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